Lo primero que tenemos que aclarar es que en nuestro grupo, lo que la mayoría de los grupos llaman “base”, en el 188 desde siempre le hemos llamado local.
El comienzo del grupo está ligado a nuestros “dos” primeros locales, y digo bien, dos. Estos fueron desde el principio y casi de manera simultánea los salones parroquiales de la Pastora en la calle Sagasta y la última planta del Obispado, en la calle Hospital de mujeres, si, toda la última planta del Obispado.
Con respecto a la Pastora poco puedo decir, los escultas utilizábamos el local parroquial de la iglesia, y sobre el año 75 más o menos el párroco, el cura José que además era el “consiliario” del grupo (entonces todos los Grupos tenia consiliario) decidió echarnos, la causa o causas no las conozco, pero la realidad era que casi a diario dábamos no una, sino varias causas para que nos pusiera de patitas en la calle.
El Obispado
El local del Obispado era otra cosa, ahí estuvimos hasta agosto de 1980. Nuestro local eran toda una planta del edificio. Si miráis desde la calle Rosario Cepeda veréis en la última planta seis balcones que dan a la calle Hospital de Mujeres, todos esos, además de la parte de atrás eran nuestros locales. Al principio lo compartíamos con las Guías, pero al desaparecer estas, “colonizamos” su parte. Ese local tenía dos caras, la buena, que era enorme, y la no tan buena, un acceso muy, pero que muy restringido.
Vayamos primero con lo bueno: Era tan grande, que en su pasillo hacíamos carreras y cualquier juego movido. La manada y la tropa tenían un local que abarcaba dos de los balcones (cada sección), teniendo un estupendo rincón cada patrulla y cada seisena, además de un rincón para la patrulla de guías y subguias y otro para scouters. El local de manada era diáfano, con pinturas del libro de las Tierras Vírgenes en sus paredes y espacio para reunirse y jugar. En el local de tropa, separábamos los espacios con cuerdas desde el techo a las que le poníamos largueros de madera.
Pero vamos describir el local: se subía por una escalera de madera tras pedir la llave al portero y subir por las magnificas escaleras barrocas del edificio. El local se articulaba sobre un gran pasillo central teniendo al lado derecho cuatro salones, dos muy grandes al principio y al final (manada y tropa por este orden) y dos más pequeños comunicados por una puerta, ocupados pos los Escultas y las guías. Al otro lado, izquierdo, teníamos un servicio, un cuarto que siempre estuvo cerrado con llave ¿?, el Krall/secretaría de grupo, uno o dos cuartos (no recuerdo bien) ocupados inicialmente por las guía y posteriormente por nosotros, una enorme biblioteca, con libros antiguos que harían las delicias de cualquier anticuario y otro cuarto que fue sucesivamente local de clan y de material (con su llave y todo). Como anécdota, tras uno de las estanterías de la biblioteca había una puerta oculta que conducía a una gran sala donde se amontonaban antiguos instrumentos médicos, el edificio había sido un antiguo hospital.
Esa era la parte buena, la no tan buena era la dificultad de utilización, solo podíamos los sábados por la tarde hasta las 21 horas y algunos años, algunas tardes, generalmente martes y jueves. No era un local en el que pudiera hacerse vida de grupo, reuniones fuera de horario, convivencias ni nada por el estilo, y de fiestas ni hablamos. Además siempre estábamos con la amenaza de ser desalojados, recuerdo que siempre hemos sido un grupo de ASDE y por lo tanto era cuestión de tiempo que “se dieran cuenta” y nos “apretaran los tornillos”, o nos desalojaran.
Por ese local le pagamos a la administradora de Acción Católica, Purita, una módica cantidad mensual que llegó hasta las 200 pesetas mensuales (poco más de tres euros).
Ese año, tras recorrer prácticamente todo el casco antiguo de Cádiz, como ya conté en la historia del Grupo, por pareja de scouter, con un mapa de Cádiz que cuadriculamos para no dejar nada por “batir”, y preguntando a los vecinos si había algún local (o “accesoria” como se dice en Cádiz) que poder alquilar para un almacén, si fueseis vecinos de una casa y vinieran un grupo de jóvenes para poner en los bajos de vuestra casa un “local juvenil”, ¿qué diríais?. Así fue como encontramos dos habitaciones con un váter en el hueco de la escalera, literal, en la calle Adolfo de Castro esquina a Fernán Caballero. Logramos convencer al dueño y eso nos permitió mantener al Grupo funcionando hasta encontrar mejores “cazaderos”. Los dos cuartos eran tan pequeños, nosotros éramos ya tres secciones bastantes numerosas, que la mayoría de las reuniones las hacíamos en la cercana alameda de Apodaca, donde entre otras cosas incomodábamos con nuestras actividades a las parejitas de novios que se acercaban en busca de “intimidad” a ese jardín. Ese año, afortunadamente, fue uno de los de mayor sequía del siglo, lo que sufríamos con los cortes de agua, lo agradecíamos cuando nos reuníamos en la Alameda.
Pero como Dios aprieta pero no ahoga, a pesar de no ser de MSC, al poco tiempo encontramos otro local.
El local de Benjumeda 10:
Lo primero será contar como conseguimos alquilarlo, el local era propiedad de un antiguo scout, de la época del Kanguro, que vivía en un chalet en Chiclana. Para conseguir convencerlo que nos lo alquilara a buen precio, para allá que fuimos entre otros, este que les cuenta, JunaMa Calvo y no recuerdo bien si Pepe Marti o Tere Maline por parte del grupo y Oyahaque (Enrique Angel y Rovira) y Punflé (José Fernández) por parte del Kanguro.
La idea era recurrir a su antigua pertenencia al movimiento scout para “ablandarle” el corazón y conseguir que nos lo alquilara a un buen, y sobre todo asequible precio. El objetivo se consiguió a medias, conseguimos que nos lo alquilara, pero digamos que su corazón en la parte económica se “ablandó” poquito.
De todas formas nosotros teníamos hablado que para poder pagar el alquiler le íbamos a realquilar una habitación a la zona de Cádiz, su primer local. Dicho y hecho, el local contaba en la planta baja de dos habitaciones, una cocina que usamos como almacén de material y un cuarto de baño y de dos habitaciones mas grandes en el sótano, por lo que una de las de la planta baja, la mejor con ventana a la calle, se le alquiló a la zona XIX.
Una vez conseguido el alquiler venia la segunda parte, acondicionarlo con nuestros no ya escasos, sino inexistentes recursos económicos. Como ya he contado en la introducción a la historia del Grupo, el sótano estaba tal y como lo dejaron los fenicios cuando llegaron a Cádiz, o casi: el suelo era de piedra y barro, las paredes de piedra con esa humedad tan de Cádiz, sin luz natural ni artificial y sin ventilación.
Gracias al comité de padres y al consejo de Grupo logramos: alisar el suelo, repellar las paredes, colocar losas en el suelo (dos veces, la primera vez no se quedó fija ni una sola), poner la luz y abrir dos huecos de ventilación, respecto a los huecos de ventilación, como ya el presupuesto no daba para más y no teníamos dinero para rejillas “homologadas”, colocamos ¡dos rejillas de la que traen los frigoríficos por detrás! (si pasáis por la calle Benjumeda en el número diez veréis una “rejilla de ventilación” debajo de una ventana y otra en el mismo edificio por la calle Rosario Cepeda, ¡treinta años después aún siguen puestas!).
Una vez arreglado comenzamos a usarlo, yo diría que pocas veces se ha usado tanto un local del Grupo: reuniones, fiestas, carnavales, cine, charlas, fiestas de Navidad etc. En poco tiempo ese local se convirtió en un verdadero local social para los miembros del Grupo, y sus amigos.
Al poco tiempo, negociamos con la Zona y “desalojamos” al realquilado, pasando la manada a usar ese cuarto.
En esos momentos éramos tantos, mas de cien, y el local tan pequeño, que teníamos las reuniones escalonadas a lo largo del sábado, los escultas por la mañana, la manada a las 17-18 h y la tropa a partir de las 19h. El Clan variaba su horario según el tipo de reunión.
El año 1986, el nuevo equipo de Scouter se plantea cambiar el local por otro más grande, y lo consiguen, alquilan nuestro actual local, del cual yo puedo contar mejor la historia de lo que fue anteriormente ese local: primero la Bodega San Juan, del propietario de la famosa “cueva del Pájaro Azul” y posteriormente una almacén de patatas y frutas.
La historia de cómo se consiguió y acondicionó la dejo abierta para que si les apetece, la escriban quienes lo consiguieron.
Espero que estas breves notas, a unos os traigan buenos y lejanos recuerdos, y a otros os permitan conocer la historia de vuestro Grupo.
Un saludo, largas lunas y buena caza.
Un antiguo Jefe de Grupo y el Documentalista del Grupo